Este es el título del informe que ha elaborado el académico Ignacio Bosque y que han ratificado con su firma el resto de los académicos, entre ellos cinco académicas.
Como supongo que todo el mundo sabe , en este informe se critican las directrices contenidas en nueve guías sobre lenguaje no sexista elaboradas por comunidades autónomas, sindicatos y universidades, porque, si se aplicara estrictamente cuanto dicen, "no se podría hablar".
A los responsables de estas guías les molesta de forma especial el uso genérico del masculino para designar a los dos sexos, a pesar de que, según I. Bosque, "está firmemente asentado en el sistema gramatical español".
Se ha escrito y opinado tanto y por personas y plumas tan autorizadas en la materia ,que mi aportación al debate la voy a centrar en unas pocas consideraciones desde mi punto de vista de mujer, miembra de una sociedad sexista.
La primera es señalar una realidad, para mí bastante sospechosa: Cuando los hombres ocupan una profesión femenina se masculiniza el nombre: modisto, matrón, auxiliar de vuelo… No parece haber ningún problema en estos casos. Todo el mundo comprende que llamar azafata a un hombreee...y se busca y encuentra "auxiliar de vuelo". En cambio cuando es al revés el masculino "nos engloba". Que alguien me dé una explicación...si es que la hay.
La segunda es más bien una denuncia, una acusación.
Entre los acádemicos está Arturo Pérez Reverte.
Este señor ingresó en la Academia en el año 2003. En el año 2007, escribió un artículo titulado "Mujeres como las de antes" , en el que , entre otras repugnantes opiniones, vierte la de "abatir de un escopetazo, piadosamente-¿no se mata a los caballos?"- , a aquellas mujeres que osan subirse a unos tacones sin tener gracia ni categoría para ello.
En ese artículo narra sus andanzas con su compañero y también académico desde 2008, Javier Marías y cuenta la risa que les dió que "unas focas desechos de tienta" creyesen "las muy infelices" que su resoplido de machos pensando en Sofía Loren iba dirigido a ellas.
¿Dónde estaba la RAE en ese momento?. Seguramente andaba ya muy preocupada con el peligro que corría el genérico masculino.
Es despreciable que los guardianes de la lengua estén tan alarmados con una cuestión que, antes o después, se resolverá en la calle y sin embargo callen ante este lenguaje sexista, misógino, que hace apología de terrorismo, desde un sillón y en un país en el que, efectivamente, la mujeres mueren abatidas como animales .
Como dice Amparo Rubiales: "El lenguaje lo vamos a hacer nosotras y les aseguro que, más pronto que tarde, se dirá miembra como se dice jueza, fiscala, alcaldesa, presidenta, médica y tantas palabras que hemos ido feminizando al mismo tiempo que ganábamos la profesión y una vida propia".
Copio algunos párrafos literales del artículo "Mujeres como las de antes" de Reverte, publicado en su sección Patente de Corso de la revista el Semanal.
Mujeres como las de antes
ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal
Muchas veces he dicho que apenas quedan mujeres como las de antes. Ni en el cine, ni fuera de él. Y me refiero a mujeres de esas que pisaban fuerte y sentías temblar el suelo a su paso. Mujeres de bandera. Lo comento con Javier Marías saliendo del hotel Palace, donde en el vestíbulo vemos a una torda espectacular. «Aunque ordinaria»,opina Javier. «Creo que no lo sabe», apunto yo.
Seguimos conversando carrera de San Jerónimo arriba,… Yo me muevo, fiel a mis mitos, en un registro que va de Ava Gardner y Debra Paget a Kim Novak, …y Javier añade los nombres de Donna Reed, Rhonda Fleming, Jane Rusell y Angie Dickinson, que apruebo con entusiasmo. Coincidimos además en dos señoras de belleza abrumadora, aunque opuesta: Sophia Loren y Grace Kelly. Al referirnos a la primera, Javier y yo emitimos aullidos a lo Mastroianni propios de nuestro sexo -no de nuestro género, imbéciles-que vuelven superfluo cualquier comentario adicional. Haciendo, por cierto, darse por aludidas, sin fundamento, a unas focas desechos de tienta que pasan junto a nosotros vestidas con pantalón pirata, lorzas al aire y camiseta sudada; creyendo, las infelices, que nuestro «por allí resopla» va con ellas…. Pero no sólo era el cine, concluimos, sino la vida real. Los dos somos veteranos del año 51 y tenemos, cine aparte, recuerdos personales que aplicar al asunto: madres, tías, primas mayores, vecinas. Esas medias con costura sobre zapatos de aguja, comenta Javier con sonrisa nostálgica. Esas siluetas, añado yo, gloriosas e inconfundibles: cintura ceñida, curva de caderas y falda de tubo ajustada hasta las rodillas. Etcétera. No era casual, concluimos, que en las fotos familiares nuestras madres parezcan estrellas de cine; o que tal vez fuesen las estrellas de cine las que se parecían muchísimo a ellas. Hasta las niñas, en el recreo, se recogían con una mano la falda del babi y procuraban caminar como las mujeres mayores, con suave contoneo condicionado por la sabia combinación de tacones, falda que obligaba a moverse de un modo determinado, caderas en las que nunca se ponía el sol y garbo propio de hembras de gloriosa casta. En aquel tiempo, las mujeres se movían como en el cine y como señoras porque iban al cine y porque, además, eran señoras. Con esa charla hemos llegado a la calle Mayor, donde se divisa por la proa un ejemplo rotundo de cuanto hemos dicho…. Javier mira al frente con el radar de adquisición de objetivos haciendo bip-bip-bip, yo sigo la dirección de sus ojos que me dicen no he querido saber pero he sabido, y se nos cruza una rubia de buena cara y mejor figura, vestida de negro y con zapatos de tacón, que camina arqueando las piernas, toc, toc, con tan poca gracia que es como para, piadosamente -¿acaso no se mata a los caballos?-, abatirla de un escopetazo….. Mírala, chaval: belleza, cuerpo perfecto, pero cuando decide ponerse elegante parece una marmota dominguera. Y es que han perdido la costumbre, colega………...
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario